No puedo pensar en ninguna
necesidad en la infancia tan fuerte como la necesidad de la protección de
un padre. (Sigmund Freud)
Hoy
nos inspiramos en un anuncio de bebida burbujeante cuyo slogan era el siguiente:
“Un brindis por aquella que renegaba de la madre y terminó pareciéndose a
ella”.
Pues
bien, Clínica Mentes, va a dedicar unas líneas a los padres. Tema de vital
importancia, y que sin duda influye y marca sobremanera. Como los hijos/as nos
vamos convirtiendo en ellos desde el aspecto indudablemente físico hasta el
detalle más insignificante de personalidad. Llegando a la conclusión, cierta o no, de que si nos parecemos a nuestros
antecesores, seremos los mejores padres del mundo.
Ser
padres no es una tarea fácil, ya que en ocasiones es difícil saber cómo actuar.
Porque no es mejor padre aquel que permite todos los caprichos a sus hijos, ni
tampoco el que no lo premia o no le da “ese gustillo” y utiliza como excusa el
siguiente argumento: “es para que aprenda a vivir sin tener lo que ansía”.
Esto
nos lleva a recordar un aspecto totalmente generalizado pero mal considerado: la
protección.
La
protección hacia el hijo es un hecho innato, sumamente importante, puesto que
nadie desea que a su hijo le ocurra algo desagradable o dañino. La línea
divisoria entre protegerlo y dejarlo en manos del destino es muy fina y, darse
cuenta de ello, es muy difícil. Por eso, en multitud de ocasiones se confunde
con la sobreprotección. En este blog nos centramos en la protección vs
sobreprotección en los estudios.
¿Cuántos
padres existen que no se preocupan de las tareas académicas de sus hijos?
Preferimos no saberlo y actuar contra ellos. ¿Cuántos padres que se preocupan demasiado?
El resto. Pero esto último, en algunos casos, se lleva a términos insospechados,
hasta tal punto en que las notas escolares de ciertos chicos son el 50% de
ellos y el otro 50% de los padres.
Estos
alumnos a medida que avanzan los cursos escolares, van creándose unas
inseguridades generadas por el miedo al fracaso, por el hecho de estar
“acostumbrados” a estudiar con papá o mamá. Y de ahí al rechazo por los
estudios hay un paso. Este comentario puede resultar exagerado, pero por
desgracia es real.
La
llamada de atención que propone Clínica Mentes es para, precisamente, ese grupo
de padres que estudian con ellos, sin dejarles una mínima autonomía personal.
De
lo que se trata es, por un lado, de
apoyar y ayudar en la medida de lo posible, de la confianza que se deposite en los chicos; y por otro de
asesorarse con profesionales como nosotros, sobre la manera de realizar dicho
apoyo y organización.
Si
se ha sentido reflejado en este aspecto, no se preocupe. Hay formas de
solventarlo, por ejemplo:
·
Ir “descolgándose”
de alguna asignatura (“Esta asignatura que te gusta ya la vas a hacer tu solo”)
·
Ofrecerle su
ayuda como es preguntarle el temario cuando haya lo estudiado individualmente.
·
Premiarle
solamente los éxitos y apoyarle en los fracasos
·
En caso de
fracaso, cuando sea necesario un castigo pero eventual, no prolongado en el
tiempo (ya que de esta manera no se desmotiva)
Estas
estrategias y muchas más, son las que se
ofrecen en Clínica Mentes.
Nuestro fin es dotarle de dichas técnicas para que los niños aprendan de la mano amiga
de los padres, pero que los padres sean
conscientes de cuándo soltarla.
María Victoria Gálvez Doña Nº COL: 29/1009
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