lunes, 10 de febrero de 2014

Protección vs sobreprotección en los estudios


No puedo pensar en ninguna necesidad en la infancia tan fuerte como la necesidad de la protección de un padre. (Sigmund Freud)

 Hoy nos inspiramos en un anuncio de bebida burbujeante cuyo slogan era el siguiente: “Un brindis por aquella que renegaba de la madre y terminó pareciéndose a ella”.

 Pues bien, Clínica Mentes, va a dedicar unas líneas a los padres. Tema de vital importancia, y que sin duda influye y marca sobremanera. Como los hijos/as nos vamos convirtiendo en ellos desde el aspecto indudablemente físico hasta el detalle más insignificante de personalidad. Llegando a la conclusión,  cierta o no, de que si nos parecemos a nuestros antecesores, seremos los mejores padres del mundo.

Ser padres no es una tarea fácil, ya que en ocasiones es difícil saber cómo actuar. Porque no es mejor padre aquel que permite todos los caprichos a sus hijos, ni tampoco el que no lo premia o no le da “ese gustillo” y utiliza como excusa el siguiente argumento: “es para que aprenda a vivir sin tener lo que ansía”.

 Esto nos lleva a recordar un aspecto totalmente generalizado pero mal considerado: la protección.

 La protección hacia el hijo es un hecho innato, sumamente importante, puesto que nadie desea que a su hijo le ocurra algo desagradable o dañino. La línea divisoria entre protegerlo y dejarlo en manos del destino es muy fina y, darse cuenta de ello, es muy difícil. Por eso, en multitud de ocasiones se confunde con la sobreprotección. En este blog nos centramos en la protección vs sobreprotección en los estudios.

 ¿Cuántos padres existen que no se preocupan de las tareas académicas de sus hijos? Preferimos no saberlo y actuar contra ellos. ¿Cuántos padres que se preocupan demasiado? El resto. Pero esto último, en algunos casos, se lleva a términos insospechados, hasta tal punto en que las notas escolares de ciertos chicos son el 50% de ellos y el otro 50% de los padres.

 Estos alumnos a medida que avanzan los cursos escolares, van creándose unas inseguridades generadas por el miedo al fracaso, por el hecho de estar “acostumbrados” a estudiar con papá o mamá. Y de ahí al rechazo por los estudios hay un paso. Este comentario puede resultar exagerado, pero por desgracia es real.

 La llamada de atención que propone Clínica Mentes es para, precisamente, ese grupo de padres que estudian con ellos, sin dejarles una mínima autonomía personal.

De lo que se trata es, por un lado,  de apoyar y ayudar en la medida de lo posible, de la confianza que se  deposite en los chicos; y por otro de asesorarse con profesionales como nosotros, sobre la manera de realizar dicho apoyo y organización.

 Si se ha sentido reflejado en este aspecto, no se preocupe. Hay formas de solventarlo, por ejemplo:


·       Ir “descolgándose” de alguna asignatura (“Esta asignatura que te gusta ya la vas a hacer tu solo”)

·       Ofrecerle su ayuda como es preguntarle el temario cuando haya lo estudiado individualmente.

·       Premiarle solamente los éxitos y apoyarle en los fracasos

·       En caso de fracaso, cuando sea necesario un castigo pero eventual, no prolongado en el tiempo (ya que de esta manera no se desmotiva)


Estas estrategias y muchas más,  son las que se ofrecen en Clínica Mentes.

 Nuestro fin es dotarle de dichas técnicas  para que los niños aprendan de la mano amiga de los padres, pero que  los padres sean conscientes de cuándo soltarla.
 
María Victoria Gálvez Doña Nº COL: 29/1009

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